Tras haber seguido el conflicto habido en Cádiz desde la Comunidad Terapéutica (1) en que resido (no soy del Metal, ni de Cái, si no de Zevilla y olé), me entero de que se ha firmado el convenio del Metal en Cái. Firmado en Sevilla el convenio de Cádiz. Lo que hay que oír. O sea, que la huelga, los piquetes, las cargas, los pelotazos, los tiros, la tanqueta, los huelguistas…, están en Cádiz. Pero se negocia en Sevilla, con intermediación de la Junta de Andalucía…, para tener tranquilidad. Un tanto centralista. Tanto intermediario… Y sin playa.
Firman en Sevilla las direcciones sindicales con capacidad negociadora, o sea, los sindicatos que ganan las elecciones en medio de una abstención incalculable. Lo legal.
Es decir… Los huelguistas, esos están ausentes. Y están presentes elementos que –con el debido respeto, y siendo objetivo, científico, realista– no vuelven al corte con la autógena, así frían a su madre ante sus ojos en aceite de palma, porque son negociadores profesionales. Ahí va. Quien negocia es la representatividad. Que es algo menos sólido –pienso yo– que el carisma del Porrina de Badajoz, pero que tiene solidez democrática.
La prensa afirma de inmediato que el acuerdo ha sido refrendado por la inmensa mayoría de las plantillas del Metal. Atentos. Lo firmantes convocan a los delegados de las centrales representativas, y se les manda a las empresas a «vender el acuerdo» como un éxito. Allí explicarán lo que les hayan dicho que tienen que decir. Plantarán la urna, y con una especie de sensación de pescado vendido, se votará a brazo madera.
Y veo que si tocan la corneta desde la prensa, desde el Gobierno, desde las Centrales, para ir a trabajar, con el personal atomizado…, vuelta de tornillo.
También veo que en las empresas sin representación sindical… Que ahí ni votan. O sea, que si eres un tipo al que llama el empresario Juan del Pollo cuando le haces falta, y que te paga un jornal de 60 euros por doce horas de curro con la rotaflex y el soldador de hilo, ahí ni voto, ni convenio, ni subida, ni ná. Porque si le reclamas, pos no te llama.
Eso sí, nota positiva, el preacuerdo establece que «se intentará» que los eventuales cobren la subida. Eso es. Claro que sí. Nota especial para las grandes empresas, que reciben servicio de las auxiliares: no quieren saber nada de las condiciones laborales de sus subarrendados. Como Inditex en Pakistán para producir ropa barata.
Ah, veo a María Jesús Montero y al Ministerio del Ramo, y al Presidente de la Junta, y al Consejo Andaluz de Relaciones Laborales, satisfechos, contentos, por subidas salariales del 2% y correcciones por debajo de la inflación y pasadas a tabla. Tres años de vigencia y dos de ultractividad. No están mohínos. Todos contentos y felices.
Y por último, veo una Mesa de Seguimiento para acabar con la precariedad. O sea: horas y horas de discusiones, en Sevilla. Como los catalanes, que tienen una mesa pa lo de la independensia. Andalucía tira palante.
Claro, que veo que si se compara lo conseguido en Cádiz con lo firmado pacíficamente en Sevilla (entre pitos y flautas una revalorización salarial del 1,5% a partir de julio de 2021, del 1,6% para 2022 y del 1,8% para 2023 sin tiros ni algaradas), la victoria de los huelguistas ha sido aplastante. ¿No es curioso? ¿Qué pensarán los metalúrgicos sevillanos? ¿A qué huelen las hadas?
Quejarse de lo que los demás hacen mal, es absurdo, es perder el tiempo. Señalar que los dirigentes de UGT y de CCOO hacen su papel, es en vano. Ellos lo que hacen es declamar el guión del teatrillo. Lo importante no es lo que se hace mal, si no lo que se hace bien. Y lo que se hace bien es lo siguiente: que se demuestra que tomando la calle, la patronal se ve obligada de mala gana a soltar unos cuartillos. Y que si en Cádiz se hizo, en Sevilla puede hacerse.
En Resumen: que para cambiar las cosas, solo tenemos que salir ahí fuera. y que me me toca la medicación, y la auxiliar, si me escondo, me se cabrea.
————-
(1) Para quienes desconozcan esta institución, una Comunidad Terapéutica de Salud Mental es un dispositivo asistencial de salud mental dirigido al tratamiento intensivo de pacientes con trastorno mental grave, que requieren una atención sanitaria especializada de salud mental, en régimen de hospitalización completa o parcial, de media estancia.